2 de julio de 2009

La Palabra (Cuento)

La Palabra

Escogieron la palabra al ritmo de un tango. Abrazados, bailando a través del laberinto que formaban los libros regados sobre la alfombra. Era creativa, sonaba morbosamente divertida. Hacerlo era parte de un procedimiento, un trámite de iniciación, una llave de esas antiguas y retorcidas. A ella le costó trabajo convencerle. Le pedía apoyo, confianza. La repitieron, en primera serios, mirándose fijamente a los ojos como un pacto, y luego entre risas; la sola mención de la palabra parecía escaparse como agua de las manos, resbalarse como una sustancia cruda entre los dedos.

Al principio, Marco no estaba de acuerdo. Le parecía una perversión, una broma como las tantas que Ligia le había jugado. Después de una larga dosis de insistencia y la llegada de cientos de libros sobre el tema a la sala comprendió que Ligia se había aventurado en otra de aquellas investigaciones profesionales. Como cada año, uno de estos obsesivos researchings llegaba a la casa como un nuevo perrito. Hasta había pensado en escribir un libro al respecto, casi como ¿Porqué los hombres se casan con las cabronas?, pero “Matrimonio: Marido y Mujer Psicóloga”

Ligia pasaba horas en la sala, absorta en La Venus de las Pieles, a veces sumergida en los ensayos acerca de Freud o incluso en los relatos latinos de Petronio y de Ovidio. Bebía té helado y cocinaba una y otra vez sopas instantáneas en el microondas. Marco se acostaba temprano, hacía el intento de esperarle en la cama pero ella continuaba amaneciendo en el sofá. Durante el desayuno, al llegar del consultorio e incluso acompañando al café de la sobremesa Ligia no podía dejar de hablar del tema. Cierta tarde, Marco había llegado a expulsar café caliente por la nariz al oír a su esposa mezclar “Sadismo”, “Esclavitud” y el adjetivo “Vaginal” dentro de la misma frase. “No existe ninguna sensación que sea más incisiva que la del dolor” decía, citando así al Divino Marqués.

No tan convencido como ella, Marco fue quien fijó la fecha del experimento. Ansiosa, así como cuando se aventuró en el arte egipcio o redecoró la casa al estilo Zen, Ligia se aventuró a la búsqueda de todo lo necesario para el experimento. Visitó tiendas escondidas en el centro de la ciudad, entró a otras donde las luces y la música psycho mareaban hasta perderse en los secretos anaqueles llenos de brillantes y vulgares piezas, pero encontró lo que buscaba. Al fondo de un establecimiento rascuache, a la luz de una torreta roja, se alzaba dominante y lasciva su nueva adquisición.

La música se levantó como una cortina de humo sobre el suelo, sonaba a una mezcla espacial de sintetizadores y ecos de lamentos guturales. Tras de su negro antifaz, Marco contemplaba el escenario, fascinado por las pocas prendas que apiñaban las curvas de su mujer y temeroso del pequeño lente que les observaba desde un tripié, emitiendo una parpadeante luz roja. Ligia se había encargado de evocar su pervertida escena a la perfección. Aún no podía creer el haber aceptado el papel protagónico de esta ilusión y menos la imagen del objeto que cargaba en su mano sudorosa.

A la voz de un grito Marco se aproximó lentamente. Sentía miedo. Comenzó por besarle los labios, hincar sus dientes en los pezones, rozar su lengua contra los nervios de su cuello. Respiraba profundo, se dejaba llevar, germinar el deseo con el calor. Ella dispuso su cuerpo y él se sirvió, entró en ella con fuerza, la sintió más cerca que nunca. La poseyó al rojo vivo y luego atestó el primer golpe con el látigo. Confidente el segundo, complaciente el tercero, el cuarto ya fue por puro deseo, por sed. Ligia gritaba, pero parecía gustarle. Ambos se sentían parte de una película bizarra, de un juego virtual, personajes de alguna novela antigua y polvorienta.

El ser se desnudó como la piel de un mango. Marco la arrastró hacia la cama, escenografía para un mecano de caderas en movimiento, a toda velocidad. Ella gritaba aún más fuerte. Quería más. Y él, de una manera sobrenatural pareció comenzar a absorber su energía, se sentía cada vez más fuerte, más hombre. Mientras que Ligia se entregaba más, le sentía más, se abandonaba suya.

Un impulso que le hizo temblar cuerpo entero lo llevó a tomar con fuerza la almohada, y sin necesidad de pensarlo dos veces moldeó con ella la cara de su amante. Ella demostró con sus manos que le gustaba, luego, mientras el deseo rompía la escala del termómetro le tiró del cabello corto y rizado, sus gritos eran cada vez más estridentes, más inquietantes, aún más nítidos, meneaba las manos de lado a lado, le empujaba, Le estaba gustando. A él también. Luego, Ligia pareció relajarse, fundirse con las sábanas.

Marco dejó caer la cabeza hacia atrás y miró el techo que pareció retorcerse. Respiró profundo y trabajosamente, todo había terminado. Se recostó sobre su mujer, abrazó su pecho y cayó en la cuenta. Retiró la almohada poco a poco, sin ganas de confirmar su desdichada pesadilla. Exclamó un alarido de rabia, desgarró su garganta y la energía resbaló de entre sus dedos. A pocos metros de distancia, la cámara atestiguó el suceso. Segundos antes, atrapada en una prisión de tela y plumas, Ligia, gritaba, tan fuerte como podía, repetía, repetía, repetía la palabra.




7 comentarios:

Yoyirs87 dijo...

Muy porno jajajaja

Anónimo dijo...

wow
me gustó, definitivamente el tema sexual queda en segundo plano cuando se cae en la cuenta de lo que pasa al final.
buena forma de expresar como las pasiones descontroladas pueden llevar a persona a cometer actos totalmente desconectados de la realidad

Anónimo dijo...

genialgenialgenial. Me gustó la parte en que se decía a sí mismo que a ella le gustaba, y en la otra parte yo también estuve a punto de chorrear café por la nariz, sólo que era jugo...

Fernando G

Yoyirs87 dijo...

A ver Joel deja de creiticarme y entra a mi blog jaja

mabel_nb dijo...

''Al fondo de un establecimiento rascuache, a la luz de una torreta roja, se alzaba dominante y lasciva su nueva adquisición.''
haha es que me encanto la parte de los lugares ocultos del centro! :)
Se me ocurren algunas palabras... :) jojojo
Warhol (L)

María José dijo...

muy bueno. Hasta el último párrafo no tenía idea de a dónde estábamos yendo...me gustó mucho la intro, la descripción del matrimonio. Me cayeron muy bien los dos jajaja

El único detalle que se me ocurre por el momento es, en el último parrafo, la expresión "cayó en la cuenta"...entre tantas metáforas y buen uso del lenguaje y un momento tan climático, me parece que podrías usar algo mejor.

saludotes

ANLF dijo...

2 palabras...

simplemente excitante...